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Principios y objetivos
NUESTROS PRINCIPIOS
- El desarrollo es un proceso personal pero condicionado por el entorno. Por ello:
- No todos los niños y niñas tienen las mismas bases de aprendizaje, las mismas posibilidades de aprendizaje y no tienen el mismo ritmo de aprendizaje. Todos somos diferentes.
- El desarrollo intelectual se produce a través de las experiencias de vida y de las emociones que se dan en ellas, que engloban a la persona en su conjunto: el afecto, las relaciones y el conocimiento de la persona. Por ello:
- Todas las personas aprendemos de forma diferente; cómo y cuándo aprenderemos no depende sólo de la capacidad intelectual, sino también del desarrollo afectivo y social alcanzado. Por tanto, estos tres aspectos personales deben trabajarse conjuntamente.
- Crecer y aprender requiere, en general, un entorno estable y un clima de aceptación, seguridad y confianza.
- En este sentido, a estas edades, la persona adulta de referencia juega un papel fundamental en la promoción del desarrollo, siendo el papel principal de esta persona adulta la observación y escucha para poder ejercer de mediadora entre el entorno físico y social y la infancia.
- Para aprender se necesitan propuestas educativas uniformes y variadas. Los retos tendrán una gran importancia, ya que son el motor de la motivación que necesitan los niños para crecer.
- Para crecer personal e intelectualmente hace falta mucha actividad exterior, pero también tener mucha actividad interna. Por lo tanto, para divertirse aprendiendo y esforzarse hay que presentar propuestas de aprendizaje ricas, siempre en un ambiente lúdico y alegre y con un número adecuado de estímulos.
- Por lo tanto, se planificarán las situaciones educativas teniendo en cuenta la necesidad de investigar, captando la atención para despertar y mantener el interés, permitiendo el contraste entre lo que saben y lo que pueden aprender.
- Como el crecimiento y el aprendizaje suponen un desequilibrio cognitivo en sí mismo, para que el niño o la niña lo supere adecuadamente, hay que asegurarle un equilibrio emocional a través de la necesaria coherencia entre la familia y el centro.